El futuro del español en Estados Unidos aparece cargado de luces y sombras. En el lado más prometedor destaca el dinamismo demográfico, su creciente peso económico y proyección política, el atractivo de sus expresiones culturales, muy particularmente de tipo musical. Todo ello le otorga una vitalidad muy singular al español. Sin embargo, también operan factores de alto peso, como la progresiva pérdida del dominio lingüístico del español en las segundas y, sobre todo, terceras generaciones de migrantes, el tono homogeneizador de las pautas culturales que impone la sociedad de consumo actual o la política educativa y lingüística de Estados Unidos, cada vez más refractaria al bilingüismo y más resistente al fenómeno migratorio.
Que el español perviva como algo más que una lengua propia de la primera generación de migrantes depende crucialmente del valor que la sociedad y el mercado otorguen a aquellos que son capaces de demostrar la posesión de esa competencia lingüística