El Guzmán de Alfarache es, en rigor, la primera gran novela plenamente realista de la Europa moderna. Nadie antes había imaginado un retrato tan vivo, minucioso y profundo de un marginado como protagonista y pasarían muchos siglos hasta volver a encontrar una mirada narrativa tan perspicaz sobre tantos ambientes, personajes o situaciones. Pocas obras antes del realismo han sabido comunicar con más eficacia y una trama mejor elaborada el placer de reconstruir la realidad como fruto de la invención.