Dramaturgo, cuentista y novelista, su estilo irónico, en el que también se filtra la ternura, se pone al servicio de una intriga con grandes dosis de humor y, sobre todo, talante crítico. El autor de Una buena idea se introduce en el Vaticano actual, para desentrañar las intrigas y secretos de una institución de enorme poder y graves secretos.