Melilla, junto con Ceuta, representa la única frontera terrestre europea con África. Pero además, el caso concreto de Melilla es muy particular y único por la existencia de una serie de infraestructuras fronterizas que hacen aún más compleja, si cabe, la posibilidad de delimitar sus fronteras respecto del vecino Marruecos. La presente obra pretende analizar desde un punto de visto iusinternacionalista, la compleja realidad fronteriza de la Ciudad Autónoma. Así, y con respecto a las fronteras terrestres, Melilla dispone de un doble vallado, construido totalmente en suelo español, y que ha reducido la extensión de la soberanía española respecto a lo pactado en el siglo XIX. En el ámbito de las fronteras marítimas, el puerto de Melilla se encuentra ocupado parcialmente por la existencia del puerto marroquí de Beni Enzar, sin que se haya producido ninguna protesta por parte del Gobierno español. Finalmente, la navegación aérea en el aeropuerto de Melilla se realiza a través del denominado Corredor de Melilla, controlado por las autoridades españolas pero que se localiza dentro del espacio aéreo marroquí, con pleno consentimiento de éste, y sin que haya existido ningún acuerdo de delegación o cesión al respecto. Y junto a todo ello, recordemos que Marruecos no reconoce la soberanía española sobre las ciudades, islas y peñones en el norte de África, dificultando enormemente la posibilidad de una delimitación consensuada de las fronteras.