Desde el desarrollo de las teorías del Capital Humano durante el crecimiento económico acaecido tras la II Guerra Mundial, la unión entre mejora educativa e impulso económico ha sido casi axiomática. Las organizaciones internacionales así lo han considerado y de modo determinante han apostado por la inversión en educación como uno de los mecanismos más eficaces, a largo plazo, para la mejora de la sociedad. Pero la educación tiene diversos inconvenientes, uno de ellos es que sus beneficios tienen a retrasarse en el tiempo, y otro, que suelen estar privados de independencia. La Universidad, la Educación Superior en su acepción más amplia, han ejercido precisamente un papel determinante en este sentido. Pero muchos de esos beneficios a los que me refiero parecen enmascarar algunos perjuicios según los orígenes sociales del alumnado. El objetivo de este libro ha sido doble, por un lado plantear una modesta revisión de las teorías sociológicas útiles para el análisis de la educación superior, y por otro adentrarnos en el conocimiento de las diferencias y/o desigualdades sociales basadas en el origen social del alumnado. Es importante destacar el uso de una metodología de corte longitudinal, la cual resulta determinante para entender y apreciar este trabajo. El empleo de una fuente de datos secundaria con carácter universal y no muestral ha permitido el estudio de las trayectorias individuales, además de desvelar fenómenos de naturaleza sociológica de notable y particular significación. Esto demuestra que el estudio cuantitativo de la realidad social permite inferir conclusiones de orden cualitativo. Además, hemos visto como los cambios de la sociedad se reflejan en la institución universitaria; y cómo a través de los datos se manifiesta una significativa desigualdad de oportunidades, que la Universidad, y en general la educación, pretende compensar, aunque no lo consigue.