Cuando el 21 de julio de 1998 sale publicada en la prensa la esquela de la muerte en Tailandia de Francisco Paesa, muchos respiraron. Por fin desaparecía del mapa el espía que, entre otras cosas, había negociado la entrega de Luis Roldán al gobierno español. Sin embargo, aquel muerto estaba muy vivo. El autor del libro le cazó en París, donde últimamente había establecido su cuartel general. La esquela no era más que la penúltima jugada del espía español más importante de las últimas décadas. Siempre con la policía pisándole los talones, Paesa ha vivido una existencia trepidante: estafador, traficante de armas, vendedor de misiles a ETA, mediador en el caso GAL, agente secreto del Ministerio del Interior en los años más oscuros del felipismo... Tras el espectacular éxito de Lobo, Manuel Cerdán ha atrapado a Paesa, el espía camaleónico que se escurría como una anguila. La fascinante historia de una vida que, aunque lo parezca, no es una novela.