La Navidad, atenuado para muchos su sentido religioso, sigue siendo la más familiar y mágica de las fiestas del año, sobre todo si hay niños en casa. En esas fechas se espera más cariño y compañía, mejor comida y algún presente, y se disfruta de la ilusión de los pequeños. Estos tres cuentos, ligeramente enlazados, acontecen en tres generaciones sucesivas de una misma familia: "Las Navidades del lobo", a finales de los años veinte; "Viva el amor, viva el laurel", en los cincuenta; "Un árbol para Navidad", en los ochenta. Las migraciones del campo a la ciudad, el ascenso social y las mejoras económicas no siempre aportan felicidad. Los tres cuentos ilustran cómo fueron cambiando las modas y modos de vida en el siglo XX y su influencia, para bien o para mal, en las relaciones familiares. Los niños y los animales, seres más débiles, solo quieren estar con los suyos, pero se ven forzados a acomodarse a las necesidades de los adultos. Les salva la fantasía, su fe en lo maravilloso. Del amor surgirá el milagro.