«Solía leer la Biblia. Más del Nuevo que del Antiguo Testamento. Las notas no las leía...
No ha mucho tiempo, decidí leer la Biblia de Jerusalén después de que me indicaran que era la más fidedigna a los textos originales...
Vi contradicciones en los textos, errores en múltiples notas y una tendencia en éstas a arreglar la explicación según convenía. Es decir, los textos bíblicos son todo lo fieles que pudieran ser, pero su interpretación, ya sea por omisiones o por reducirse a una mera aclaración etimológica de ciertos pasajes comprometidos, los deja sin explicación, eso cuando no se aducen algunas afirmaciones que van en contra de lo que siempre se enseñó y aceptó en la Iglesia Católica.
Recomencé la lectura, tomando notas de lo que yo creía no ser correcto en la exégesis. Y así, paso a paso, desde el Génesis hasta el Apocalipsis, me encontré con estas páginas que tengo la osadía de publicar... Pueden servir de orientación, si no de apoyo, para no hacer caso de ciertas notas que llegan a inducir a error a un lector de buena fe.
Algunos de mis comentarios podrán parecer frívolos, pero no creí conveniente limitarme a un texto serio y científico. El humor no está reñido con la verdad...»
(Del prólogo del autor)