Impregnado por un sentimiento de tristeza y melancolía, de deseo y frustración, se alza la figura de un hombre que se rebela contra la adversidad en una historia bordada con el hilo de un amor roto -convertido en la condena de un juego cruel- sobre un lienzo de inocencia y maldad. El protagonista comienza su itinerario en el momento que pierde los dos pilares que sujetaban su vida: el amor como deseo y la ideología como herramienta. En el camino de maduración -deslumbrante y engañoso donde todo debería adquirir sentido- tendrá que cubrirse con diferentes máscaras para avanzar por un terreno jalonado con muchas preguntas y una sola certeza: la maldad es el gran fracaso de la inteligencia humana. Contada con pasos audaces -como el tango que le da título-, en "El día que me quieras" está presente el mundo urbano que nace en los arrabales y llega a ser cosmopolita, la poesía del amor y del dolor, y por encima de todo se percibe la música que intenta ocultar la desgarradora soledad del ser humano. Una metáfora sobre el desconcierto y la incertidumbre del hombre en los últimos años del siglo XX.