Con este volumen culmina la trilogía sobre la religiosidad en España durante la Edad Media. En el primero se afrontaba el análisis de este fenómeno social en los primeros siglos medievales (siglos VII-X), para dedicar el segundo al estudio de los siglos centrales del Medioevo (XI-XIII). Con este tercero se examina la problemática de las postreras centurias (XIV-XV) del amplísimo periodo medieval. Se tienen en cuenta también aquí el modelo y los principios teóricos que determinaron los trabajos anteriores: el significado de la religiosidad como realidad determinada por las interrelaciones estructurales del feudalismo, en cuyo modo de producción se inscribe toda la época, sin olvidar la dinámica determinante de la propia religiosidad a lo largo de estos doscientos años finales del universo medieval ni las relaciones recíprocas de las tres religiones del Libro, justo en un periodo en el que la influencia del cristianismo, instalado en el poder de manera definitiva, fue decisiva para la suerte, negativa, y desastrosa a la larga, de los seguidores de la Toráh y del Corán. A lo largo de esta obra no se pierde nunca de vista la tan traída y llevada "gran depresión" que afectó a todas las estructuras del sistema feudal durante el siglo XIV sobre todo. Pero consideramos esa dinámica, en principio negativa, no como una crisis agónica y final del sistema, sino, y sobre todo, como una profunda transformación del mismo, que posibilitará su consolidación al traspasar los umbrales de lo que denominamos modernidad. La vida y las experiencias religiosas estuvieron también sometidas a la misma dinámica, llena de contradicciones, de "decadencia" y de "transformaciones". La Iglesia rica y poderosa de la etapa más brillante de la Reconquista, hasta el siglo XIII inclusive, tuvo que experimentar las profundas convulsiones de dicha crisis, para salir, asimismo, airosa y reforzada: con nuevos y más poderosos jerarcas, capaces de desempeñar funciones de enorme importancia en los siglos siguientes, pero más humanizada y evangélica, al socaire de la llamada Devotio moderna, presente ya en alguna de las corrientes humanistas, y que tendrá sus continuidad en la época de la Reforma.